La deformación de la realidad puede ser divertida, como de hecho lo es para todo aquel que se adentra en esos habitáculos decorados con espejos cóncavos y convexos que deforman la figura del que pose frente a ellos.Este entretenimiento caricaturesco lo lleva el autor a su narración.El juego se convierte en algo más: en un espejo social, en una crítica.
Metáfora onírico-futurista de una sociedad desnortada.Para disfrutarla hay que dejarse llevar, fluir y entrar en esa sociedad y esto lo consigue el autor con ironía y una prosa sencilla.
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